Médicos y periodistas se encontraron en la sede de
Por cierto, dijeron que colgarían el debate en la página web del colegio de médicos. Una buena iniciativa para aquellos a los que no le da tiempo a ir a todo.
Médicos y periodistas se encontraron en la sede de
Por cierto, dijeron que colgarían el debate en la página web del colegio de médicos. Una buena iniciativa para aquellos a los que no le da tiempo a ir a todo.
Dos de dos. El café científico se confirma como un vehículo apropiado para la divulgación. Sería demasiado ambicioso equipararlo a tomarse algo con unos amigos, pero funciona como método interactivo. Los ponentes están repartidos por las mesas, entre el público, con lo que desaparece la barrera invisible que separa al conferenciante de su auditorio. Y lo más interesante, permite a los asistentes cuestionar a verdaderos expertos en el momento que crean oportuno, sin esperar al inquietante turno de preguntas que se abre al final de las charlas estándar.
En cuanto al contenido sembrado por los científicos, permitió recolectar una variada cosecha de nuevos conocimientos (al menos para mí). En primer lugar, se volvió a confirmar el inexorable avance del cambio climático. Incluso entre las comedidas y matizadas intervenciones del climatólogo Xavier Rodo se pudo entender que sus predicciones barajan un aumento de la temperatura media de entre dos y cinco grados, dependiendo si el ser humano decide tomar medidas o prefiere cruzarse de brazos. Sobre el temor a la reintroducción de la malaria no aportó mucho más de lo que ya había explicado en intervenciones anteriores, pero con la ayuda de Jordi Sunyer quedó claro que es complicado que esta enfermedad infecciosa vuelva a introducirse en una sociedad cohesionada y con un sistema sanitario alerta. Es fácil alarmarse ante patologías como la malaria o la tuberculosis, pero pese a algunas informaciones un tanto sensacionalistas, no parece que entre las consecuencias del cambio climático vayan a estar integradas estas enfermedades. De hecho, deberíamos temer más a las disfunciones del sistema inmunológico de nuestro higiénico entorno. El alergólogo Pau Amat confirmó que cada vez hay una mayor incidencia de las alergias, pero lo más sorprendente fue la explicación: estamos demasiado protegidos. Las vacunas y las medidas higiénicas han malacostumbrado al sistema inmune que se ha hecho gandul y, encima, devuelve nuestros mimos con enfermedades autoinmunes (una breve definición aunque no es la más completa).
Para el final he dejado el dato más decepcionante: la degradación de la luna. Nuestro satélite mágico, no es más que un simple ilusionista para los científicos. A pesar de la penetración cultural y, sobre todo, cinematográfica de la influencia de la luna en nuestro comportamiento, siguen sin haber evidencias científicas que lo confirmen. Antoni Bulbena (ya lo había aclarado en este artículo de La Vanguardia) aseguró que no lo descartan y que seguirán buscando, pero mientras tanto el poder de la luna no ha encontrado su reflejo en el espejo científico.
Conmemoraciones. La manera en que las sociedades modernas se recuerdan a sí mismas que algo es importante. El calendario está plagado de días adjudicados a la diabetes, la infancia o el medio ambiente. Siempre lo había considerado algo artificial, como el día de San Valentín pero ligado a la buena conciencia. La Asociación contra el Cáncer manejando las técnicas de mercado de El Corte Inglés. Ahora me parece que el superficial era yo. ¿Alguien se acuerda de los celiacos a lo largo de las largas 24 horas que tiene el día? Seguro que muchas familias no lo olvidan ni un momento, pero para el resto de sus congéneres ciudadanos son enfermedades o problemáticas que sólo aparecen cuando algún medio de comunicación nos lo recuerda. Probablemente lo hará para llenar sus páginas del día, pero se dejan llevar por la presión del Día Mundial de lo que sea y cumplen una función. Llaman la atención sobre asuntos que son importantes y que merecen un momento de reflexión dentro de la rutina diaria. ¿Es la ciencia tan importante que merece todo un año? Es un término tan general y que engloba tantas posibilidades que podrían emplearse más de 365 días en conmemorar cada una de sus aplicaciones. Para demostrarlo, en el índice del programa Barcelona 2007 aparecen hasta 270 actividades. Con la meta de disfrutar de las virtudes del conocimiento y empapado en el espíritu de la divulgación de esa entidad que llamamos ciencia que mejor cruzada personal que ser testigo y reflejo de esta conmemoración tan estimulante. Así comienza mi año de la ciencia y se abre este blog.